¿QUÉ LES APORTA
EL ARTE A LAS PERSONAS INVIDENTES?
Seguridad,
autoestima, confianza, bienestar, alegría, capacidad para recrear la realidad,
abstracción, representación, generalización, creatividad, etc.
Relato de una
madre:
A veces es duro
mirar a mi hijo y saber la carga que la vida puso sobre sus hombros. Es un
dolor profundo, como un gemido que pesa y se instala entre el estómago y las
costillas.
Creo que
nosotras, las personas que estamos ahí para apoyarles y guiarles en ese camino,
tenemos derecho al dolor, a tener momentos bajos y a derramar algunas lágrimas.
Cuando parimos a nuestros hijos no vino un ángel a tocarnos y entregarnos el
don de la fortaleza, la sabiduría, la perseverancia, la paciencia o la
esperanza… no hay hadas que cumplan deseos ni lámparas de Aladino… sin embargo
la propia necesidad de nuestros hijos e hijas saca lo mejor de nosotros y
nosotras y nos convierte en las personas que nunca pensamos que llegaríamos a
ser… pero no es un camino fácil, ni mucho menos: está lleno de renuncias,
preguntas, dudas y momentos difíciles en que no sabes muy bien dónde apoyarte.
Para poder ser
fuerte he tenido que abrazar mi propia debilidad, para poder ser paciente, he
tenido que aceptar la impaciencia, para poder tener alegría y esperanza he
tenido que atravesar muchas veces los bosques lúgubres del dolor… y no me
avergüenza, porque soy humana.
De esos momentos
surgió este poema, muy especial para mí que he tardado dos años en compartir.
Darle luz me da permiso para ser eso… un ser humano con sus propias lágrimas.
“La mirada
robada”
A dónde fijas tus ojos, hijo.
¿Quién te robó
la mirada?
Porque no es a
mí a quién te vuelves,
porque tus
pupilas se dilatan
y te hablo
y no respondes
y te llamo
y te resguardas
en ese mundo a
medida
de esta vida que
te aguarda,
y no la miras…
ni me miras…
y me apartas.
Texto: Marián
Vidal, Presidenta de la Asociación de Asperger de Huelva
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