El psicólogo y arteterapeuta canadiense Pierre Plante destaca en sus
estudios que cuando hay dificultades en las relaciones entre padres e hijos la
arteterapia es un excelente medio para lograr un diagnóstico, remontarse al origen
del problema y tratarlo.
Con el fin de que la intervención resulte eficaz y duradera a menudo se
invita a los padres a participar en las sesiones de psicoterapia con su hijo.
La creación plástica es un modo de redescubrir y estar en contacto con los
deseos, necesidades y fantasías del uno y del otro, invitando así a los padres
a entrar en el mundo subjetivo del hijo y a mejorar la empatía con él. Para
mantener una relación sana es imprescindible comprender al otro, como más nos
equivoquemos respecto a lo que siente nuestro hijo, más frustración e
incomunicación estaremos generando. Norma Feshback investigadora de la
Universidad de California ha constatado que las madres que tienen poca empatía
tienden a tener hijos más ansiosos, depresivos y agresivos.
Cuando el progenitor y el hijo realizan juntos un trabajo manual este le
muestra al niño que está ahí para apoyarle y el niño por su parte logra que un
padre que esté muy a la defensiva acabe actuando de un modo más natural y
espontáneo.
Veamos un caso: una madre, que no solía ser muy expresiva con su cariño
hacia su hijita, llevó a la niña a la
consulta psicológica pues se lo habían recomendado en la guardería. En el
taller de arteterapia la madre tenía que realizar una máscara de yeso aplicando
directamente sobre el rostro de su hija las tiras de yeso humedecidas. La madre
dudaba, pero la niña se mostraba totalmente confiada y aguardaba con los ojos
cerrados a que su madre empezara. Finalmente la madre lo hizo, pero confesó que
ella jamás hubiera mostrado tal confianza ante sus padres pues la maltrataban y
para ella cualquier contacto físico era una amenaza. Una vez descubierto que el
origen del problema estaba en la infancia traumática de la madre y que ella
aplicaba con su hija lo que ella hubiera querido cuando era pequeña -que no la
tocaran- la madre pudo empezar a darle a la pequeña lo que realmente
necesitaba: contacto físico y una gran profusión de caricias.
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